Gravitan sobre la superficie brillante, retorcida y convenientemente encubierta de las redes sociales, espejos digitales que consagran a la estética más elemental en la nueva divinidad y la búsqueda de la felicidad deviene en rituales fatuos. Toda una metáfora contemporánea del mito, ese titán rebelde que robó el fuego de los dioses para iluminar a la humanidad.

Ese es el eje narrativo de esta luminosa serie de obras con las que Fernández retrata a los Prometeos de hoy.

Empleando una paleta en tonos fríos y saturados para crear escenarios donde lo festivo y lo sombrío coexisten. Globos plateados, emojis inflados con gas y rostros delineados en las telas como simulacros de una felicidad impostada, al tiempo que el artista traza una crítica feroz al positivismo tóxico que gobierna en los espacios virtuales.

Vivimos tiempos inmediatos donde todo se reduce a un meme o un emoji. Mi obra busca ser un espejo que deforma esta superficialidad”, afirma Fernández. Dueño de una trayectoria marcada por su constante cuestionamiento de la realidad y la ficción, el artista no solo reinterpreta el mito, sino que pone en evidencia la fragilidad del espíritu humano atrapado entre la ilusión de las pantallas y la complejidad insondable de la vida. El arte, entonces, se convierte en un medio de resistencia, un Prometeo que desafía el statu quo buscando autenticidad en paisajes saturados de vacío.

Así, el óleo también será una apuesta por la permanencia frente a la vorágine de la inmediatez. Este enfoque devuelve la complejidad y la profundidad a conceptos que la cultura digital parece haber despojado de significado, como el amor, el desamor y la propia humanidad. Entonces, los símbolos del pop —globos plateados, emojis, etc.— no solo funcionan como repetidores de estereotipos: se resignifican. Se convierten en espejos deformantes que reflejan la impetuosa necesidad de los personajes por encontrar sentido.

Para que, al final, el conjunto emprenda un terso, irónico y corrosivo viaje que no tiene nada de kitsch y sí mucho del esplendoroso arte pop: en lugar de celebrar la banalización de las imágenes, los objetos cotidianos son provistos de nuevos significados. Como Warhol y Koons, aquí también se juega con la idea de la repetición y el vacío cultural. Pero el óleo y la acuarela ofrecen una sobria resistencia a la inmediatez y fugacidad del contenido digital. Las tinturas ralentizan el proceso, lo subvierten, profundizan y embellecen.

Lugar: La Galería

Dirección: Conde de la Monclova 255 - San Isidro.

Hasta: 2 de noviembre 2024.

Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m., sábados de 3 a 7 p.m.

Entrada: Libre.