“La piedra espera”, dice Michiko en voz baja, susurrando. Entonces dedos tocan la roca y la roca se abre, se pliega. Se convierte en una revelación. La piedra, antes cerrada y enigmática, emite destellos. Vetas de luz y sombra, el alma del material, emerge entre sus grietas. En cada curva, en cada ángulo donde la luz penetra o la envuelve en sombras densas, se está tejiendo una narrativa muda que habla del paso del tiempo, de la erosión del ser, de la fragilidad que subyace en la fortaleza. Poesía en la geología.

Michiko Aoki (81) se enfrenta al granito como quien conversa con un oráculo. La dureza y el peso como aliados en un ritual que busca una verdad escondida. Los bloques de alabastro, mármol y granito belga, tomados de las canteras andinas, son paisajes internos que laten y respiran bajo las manos de esta escultora peruano-japonesa que, con paciencia de geóloga y alma de lírida, va tocando fibras intangibles. Uniendo en sus formas la esencia del mineral con una espiritualidad mística.

Quizás por ello sus esculturas evocan la obra de gigantes que, como Isamu Noguchi o Eduardo Chillida, supieron domar la materia para abrir un espacio de reflexión. Pero Michiko, con voz propia, va más allá: tras la pérdida de su esposo, el chef Toshiro Konishi, en 2016, sus esculturas se han vuelto más profundas, cargadas de un vacío que es al mismo tiempo presencia y ausencia. En sus bloques de alabastro y mármol la luz danza en lo oscuro y cada bloque se transforma en un ente pulsátil que invita a ingresar en un universo de resonancias internas.

La exposición que presenta ahora en La Galería de San Isidro, “Luz y sombra”, redescubre la transparencia y la densidad, la suavidad y la aspereza, como símbolos de la complejidad humana y de la existencia toda. Bloques claros y translúcidos que parecen tejidos de agua detenida, Rocas oscuras y rugosas como sombras profundas que emergen del interior de la tierra. Al enfrentar estas texturas contrastantes, Michiko convierte el mineral en un campo de batalla de claroscuros. Un umbral que hace visible lo imposible, donde la densidad se disuelve y la luz emerge con una pureza espiritual.


Lugar: La Galería.

Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro.

Fechas: Del 6 de noviembre.al 7 de diciembre.

Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m. y sábados de 3 a 7 p.m.

Ingreso: Libre.